Día 365+326
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
Cuando
dos jóvenes se conocen, se gustan y deciden ser novios entran a un momento de
sueños, emociones e ilusiones. Tanto uno como el otro sientes ese deseo
desenfrenado por estar juntos todo el tiempo, conocerse, saber de sus secretos,
vidas y sueños con el deseo de formar una vida juntos. Con el paso del tiempo
se pasa del enamoramiento, del sentir esa emoción al verlo, a estar enamorado.
Se sigue sintiendo emoción al verse, pero ya no con el mismo desenfreno y
adrenalina.
“[…] Durante el
período del noviazgo, del coqueteo, de la corte, por rudimentario que haya
sido, la joven ha seguido viviendo en su habitual universo de ceremonia y
ensueño; el pretendiente hablaba un lenguaje novelesco o por lo menos cortés
[…](p.321)
Pero por una cuestión que tiene ver con la educación, que
se da a muchas mujeres, ellas sueñan se ilusionan e imaginan sobre lo que ellos
piensan, quieren y cómo será la vida juntos, pero una cosas es lo que se cree a
lo que en verdad es. Con el paso del tiempo ellas continúan, como dice la
anterior cita, en un mundo de sueños y creencias que al inicio del noviazgo es
afirmado por el novio, pero que en la mayoría de las ocasiones, con el paso del
tiempo empieza la decepción y frustración de ellas, al sentir que las cosas no
son como se deseaba, pero la realidad es que era, y siempre fue, sólo un sueño.[1]
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