Día 365+296
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
¿Cuántas
personas no hemos presenciado alguna riña entre hombres? Seguramente todos, con nuestros familiares,
padres, tíos, primos, amigos, compañeros o simples civiles, y la mayoría de
estas peleas son entre machos. Quiero nombrar a estos hombres violentos como
machos porque este comportamiento apela a una ideología machista, donde el
hombre es el centro de todo y todos, y con esta ideología van por la vida todos
los machos dominantes, queriendo controlar, manejar y manipular a todo lo que
lo rodea.
“[…] son
numerosas las conductas masculinas que se alzan sobre un fondo de posible
violencia: en cada esquina de la calle se inicia una pendencia; la mayor parte
de las veces, aborta; pero al hombre le basta con experimentar en sus puños su
voluntad de afirmación de sí mismo para sentirse confirmado en su soberanía.
Contra toda afrenta, contra toda tentativa de reducirlo a objeto, el varón
tiene el recurso de golpear, de exponerse a los golpes: no se deja trascender
por otro, […]” (pp.271-272)
Así que el uso de la violencia por mucho macho, responde
al no querer sentirse objetivado por otros, es una manera salvaje de imponer su
soberanía. Los hombres usan la violencia, como ahora también muchas mujeres,
por imposición, como una manera de sentirse poderoso, fuertes, únicos, pero lo
que no vemos es que dentro de este actuar se encierra la egolatría, la envidia,
el coraje y todos aquellos sentimientos que nos enceguecen, que nos encolerizan
y hacen perder los estribos a tal grado que el violento cree tener la total y
absoluta verdad en su actuar. La asertividad y empatía es nula en un macho
violento. ¿Tú eres macho? [1]
[1] La imagen fue tomada de http://hombrescontralaviolencia.blogspot.mx/2013/02/el-antes-y-despues-en-la-aspiral-de.html
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