sábado, 30 de noviembre de 2013

La contrariedad de los padres

Día 365+263
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





Dicen que para ser padre no existe instructivo alguno en donde se nos diga que hacer, que no hacer, como actuar, que responder, que mostrar, a qué edad sí y en cual no, etc. Así que cada persona que se inicia en el cuidado de un hijo, su educación y abastecimiento de todo lo necesario, empezamos en un camino que puede resultarnos fácil al inicio, pero con el paso del tiempo los problemas empiezas a aparecer, y la cosa ya no resulta tan sencilla como se creía. Tal vez tampoco es que sea lo más complicado del mundo, pero en la rutina las cosas se hacen monótonas y estresantes, y hasta lo más sencillo puede convertirse en algo complicado. Aun así, y por más que digan que no hay instructivos para ello, creo que sí hay algunas cosas que son de sentido común (como el no golpear a un hijo, aunque hay padres que parecen no tener este sentido) y algunas otras que los especialistas psicólogos nos pueden ayudar, por ejemplo el cómo explicar la muerte, de un familiar cercano.



“[…] La magia de la mirada adulta es caprichosa; el niño finge ser invisible, sus padres entran en el juego, lo buscan a tientas, ríen, y luego, bruscamente,  declaran: “nos aburres; no eres invisible.” Una frase del niño ha hecho de gracia, y él la repite: esta vez los adultos se encogen de hombros. Es ese mundo tan incierto e imprevisible como el universo de Kafka, se tropieza a cada paso […]” (p.209)



Pero algunos padres parece que no se interesan, mucho menos se preocupan, por lo que hijos necesitan en cada etapa de su desarrollo y es muy probable que esto sea también con ellos mismos. Dicen que uno no puede dar lo que no tiene, así que yo como mamá, por ejemplo, si no tengo claro qué es lo que implica para mi un regaño o castigo, algo que yo misma me impondría, mucho menos lo podré tener claro para con mi hijo. Otro ejemplo podría ser que si alguien no controla su coraje y desenfreno ante los problemas, tampoco lo podrá hacer con su hijo, y mucho menos debería exigir esto a el hijo, pero es aquí precisamente en donde se da la contradicción de la que habla la cita, cuando el padre hace creer a un hijo que algo es agradable o correcto, y a la vuelta de la esquina le cambia la jugada, el hijo siente la contrariedad y no lo seguridad. Así que primero debemos los padres pensar cómo actuamos para poder luego actuar con lógica ante los hijos. ¿Qué opinan padres?[1]










viernes, 29 de noviembre de 2013

El nulo papel de los genitales en los bebés

Día 365+262
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.






Cuando somos bebés vamos descubriendo el mundo, poco a poco, por medio  de nuestros sentidos. Seguramente si tienes hijos, o has visto nacer y crecer a algún miembro de la familia, no entenderás un poco mejor porque te habrás dado cuenta que lo primero que define el bebé son sombras y luego rostros, el de su papá y mamá, voces y sonidos; en la medida en que va desarrollando más su capacidad para moverse y coordinar su cuerpo, tocará y tratará de probar todo cuando se le aparezca: la cara de mamá, el juguete, la cobija, etc. y ¿qué pasa con los genitales en ese tiempo? Los genitales sólo cumplen una función meramente biológica: el desechar lo que el cuerpo no necesita por medio de la orina y el excremento.



“[…] Entre las chicas y los chicos, el cuerpo es al principio la irradiación de una subjetividad, el instrumento que efectúa la comprensión del mundo: a través de los ojos, de las manos, y no de las partes sexuales, ellos aprehenden el Universo.[…]” (p.207)


En la medida en que el niño va creciendo y descubre ya no sólo el universo, sino también su cuerpo, es cuando los genitales empiezan a tener un papel en su vida, porque antes seguramente ni se habían percatado de su existencia. Aún así los genitales sólo tendrían la importancia de una uña sino se les diera un lugar primordial. Muchos padres, en especial las madres que son las que mayormente cuidan a los hijos, si ven que un niño pequeño (menos de dos años) se toca su pene de inmediato le dicen: “no se agarre ahí, no sea cochino” ¿por qué es cochino que un niño se agarre el pene? ¿Qué para él no es como frotarse un ojo o tocarse un dedo?  El significado de cochino en este caso tiene un sentido que el niño desconoce en su totalidad, porque es parte de un grupo de ideas donde el cuerpo es un tabú, es intocable, es pecaminoso, es inmoral, y la moral es una construcción social, no es algo natural, por ello es criticable y cambiable. Así que debemos poder más atención a qué significado le damos a los genitales, porque es lo que aprenderán nuestros hijos.[1]






jueves, 28 de noviembre de 2013

No se nace mujer; se llega a serlo

Día 365+261
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.






¿Qué nos define como mujeres? ¿Es lo mismo ser hembra a ser mujer?  Todo ser humano, no importa si somos hombre o mujeres, somos parte de una especie. La naturaleza nos dota  de sexos diferentes, uno pene y el otro vagina, que son necesario para la creación de un nuevo ser. Esta característica no es exclusiva de nuestra especie, en las otras también: perros, gatos, ballenas, etc. Pero ¿por qué muchos de nuestra especie, por ejemplo, cuando saben que su bebé será hembra o macho lo etiquetan de inmediato con el color rosa, para el primero, y el azul para el segundo? ¿Quién define que tiene que ser así y no de otra manera? Así como este ejemplo seguramente se te vendrá a la mente muchas más: las mujeres se sientan con las piernas cerradas, las mujeres deben tener cabelleras largas, las mujeres usan faldas, las mujeres hablan bajo, las mujeres usan aretes, etc.



“No se nace mujer; se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica de femenino.[…]” (p.207)




La anterior cita es poderosa porque nos dice una verdad que nos han hecho creer que es una mentira: NO SE NACE MUJER; SE LLEGA A SERLO. ¿Qué quiere decir? Nacemos hembras, con una vagina, pero todas aquellas cosas que nos dicen que tenemos que hacer para ser Mujeres es algo extra, algo que se cocina en la sociedad, en las familias, en la civilización a la que pertenecemos. Por ello en algunos lugares las mujeres deben estar tapadas hasta los talones y en otras puede usar minifalda a su antojo ¿cuál de las dos no es mujeres? Aquella que no cumple con lo establecido por los Otros, por su sociedad, porque no hay lugar donde la naturaleza nos diga indique cosas así. Así que somos mujeres mexicanas si somos sumisas, si obedecemos al marido, si no trabajamos, si somos abnegadas, o por lo menos mujeres antiguas. Así que en el actuar diario, en la repetición de todas estas conductas que se imponen es como se llega a ser mujer, mujer de la calle, mujer de la burguesía, mujer de buenas o malas costumbres; pero al fin y al cabo, en estos término, el ser Mujer es algo arbitrario.



















miércoles, 27 de noviembre de 2013

Las mujeres incomprensibles y caprichosas ¿será?

Día 365+260
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





¿Por qué lo secreto, no oculto, lo que hay por descubrir es lo que les llama la atención a muchos hombres? Cuando hago esta pregunto pienso en los casos donde los chicos se obsesionan por tener de novia a alguna chica, hacen todo lo que está a su alcance para lograrlo, aunque sea a costa de mentiras y artimañas, como darle flores, llevarla a pasear, decirle palabras linda, promesas en el aire, inventarse una historia trágica, etc. pero casi siempre cuando la chica acepta tener intimidad con él, relaciones sexogenitales, ella pierde su encanto, se aleja, la abandona.



“[…] Es preciso que la mujer permanezca secreta, desconocida, para que se le pueda adorar como una princesa lejana; […] a los hombres les encantan, incluso los defectos femeninos, si crean un misterio. […] El capricho es imprevisible; presta a la mujer la gracia del agua ondulante […] Decepcionante, huidiza, incomprendida, falaz, así se presta mejor a los deseos contradictorios de los hombres; […]” (p.197)



Así que parecería que para que no se acabe el encanto, el hombre debe sentir que está con alguien que es un misterio, que es incomprensible; hay un dicho que dice: “las mujeres son un misterio, nadie las entiende ni ellas mismas”. La cuestión sería ¿en verdad las mujeres somos un misterio inaccesible, o conviene que seamos eso? Porque mientras más misteriosas se nos declara, se hace una barrera para interactuar. Por ejemplo: si un hombre cree lo antes mencionado, cuando la mujer que diga que no platican más, que ya no le dice que le gusta, que está muy indiferente con ella, él, claro está, dirá que ya se le pasará a su mujer, que así son todas, incomprensibles y caprichosas, como si fuera algo ajeno a él. ¿Qué piensas tú sobre esto?[1]





















martes, 26 de noviembre de 2013

¿Hombres contra Mujeres? ¿mujeres contra hombres?

Día 365+259
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





¿Por qué actualmente en las relaciones de pareja hay tantas discusiones, problemas y divorcios? ¿Tendrá que ver que las mujeres ya no se dejan mandar como antes por el marido? Vivimos las mexicanas aún entre un mundo machista que poco a poco, generacionalmente, ha ido cambiando el juego de roles que era tan dominante, prohibitivo y excluyente para los hombres en la antigüedad. Ahora, muchas mujeres no siguen los mandatos, ya no están con los ojos vendados, primero por el padre y luego por el marido, y desde hace algunos años ya no se maneja el tan conocido nombre de una mujer seguido por el “de” para enseguida poner el apellido del marido (por ejemplo: Rosa María Hernández de Pérez) que denotaba pertenecía al esposo.



“[…] El hombre deseaba dar, y he aquí que la mujer toma. Ya no se trata de jugar, sino de defenderse. Desde el momento en que la mujer es libre, no tiene otro destino que aquel que libremente se crea. La relación entre los dos sexos es entonces una relación de lucha. Convertida para el hombre es una semejante, aparece entonces tan temible como cuando era frente a él la Naturaleza extraña.  La hembra nutrida, abnegada, paciente, se torna bestia ávida y devoradora.  […] (p.196)




En el momento en que las mujeres adquieren su autonomía moral y económica, salen del papel de sumisión y ya no son un ser pasivo que podía ser tratado como un objeto más, sino que adquieren compromisos y derechos que antes eran exclusivos de los hombres. Pero todo esto conlleva una lucha de personas, que se ha querido manejar como guerra de sexos, una lucha de poderes, porque la mujer puede y si quiere ser tratada como igual, ya no permitiendo que la dominen como lo hacían antes y esto por supuesto que a llevado a conflictos.


Creo que aquí lo importante es el no engancharnos con la idea de que por ser sexos distintos tenemos una lucha natural que tenemos que ganar, sino que ante todo somos seres humanos, que compartimos este mundo llamado Tierra, y que somos complemento uno para el otro, reforzando lazos de respeto-amor, y no de odio-rencor. [1]



















lunes, 25 de noviembre de 2013

La castidad para autentificar al padre de un hijo

Día 365+258
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.




¿Por qué las mujeres debemos llegar y ser castas hasta el matrimonio? Hay una frase que mi abuela decía, y que seguramente la tuya también la dijo: hijos de mis hijas mis nietos serán, hijos de mis hijos quien sabe si serán. ¿Qué significa este dicho? Que cuando las hijas dan luz a un hij@ se tiene la seguridad que ella es la mañana, y es innegable si se le vió embarazada, la maternidad es legítima de entrada, pero en el caso de la paternidad es motivo de controversia, se puede poner el duda porque no hay ninguna evidencia que nos indique que en realidad el padre sea él y no otro. Así que cuando los hijos llegan a sacar un defecto idéntico al papá machista es casi seguro que el padre lo adora y reconoce desde el primero momento. Pero cuando esto no pasa, es común que se ponga en duda la paternidad.




“[…] La castidad le es impuesta por razones económicas y religiosas, pues cada ciudadano deber ser autentificado como hijo de su propio padre. […] (p.194)




De esta forma al saber un marido que su mujer no ha estado sexualmente con nadie más, que llegue virgen al matrimonio, “garantiza” que el hij@ procreado sea de él. Pero para que una mujer conserve su castidad intacta hasta el matrimonio tiene que ser bombardeada con una serie de prohibiciones que, regularmente, van unidas a culpas de parte de ella al creer que es inmoral, incorrecto, imperdonable, pecaminoso el acostarse con un hombre que no sea su marido y peor si se embaraza. De hecho es común que a los hijos en una situación así, donde el machismo impera, se les dice ilegítimos, porque no están nacidos dentro de un matrimonio y por lo tanto la paternidad de está en duda. Una virginidad conservada por miedo hasta el matrimonio no garantiza que dicha mujer sea o será plena a lo largo de su vida, así que creo que en una sociedad que se mueve por principios absurdos sólo lleva a la deslealtad y falses. ¿Qué opinas?[1]


















domingo, 24 de noviembre de 2013

El posible origen de los celos

Día 365+257
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





Uno de los sentimiento que muchas parejas experimentas es el de los celos. Tanto hombres como mujeres pueden llegar a sentir inseguridad ante sus parejas pero ¿por qué? De entrada puede haber dos motivo detonantes que sí haya infidelidad o que no haya infidelidad. Retomaré la cita de la anterior entrada titulada ¿Por qué las mujeres llegan a ser infieles?[1] Para explicar otro posible motivo por el que los celos se hagan presentes en una relación, en especial en una en donde el machismo se impone.



“[…] únicamente a través del adulterio y la mentira puede demostrar que no es la cosas de nadie y desmentir las pretensiones del varón. Por eso están tan prontos a despertarse los celos del hombre;[…] También por esa razón los celos pueden ser insaciables; ya se ha dicho que la posesión jamás puede ser positivamente realizada (p.193)




Si partimos de que algunas mujeres llegan a ser infieles para sentir un poco de autonomía, es de imaginarnos que los hombres crean que ellas, aunque su mujer no lo sea, tenga ese poder, porque por más que lo intente él nunca podrá posee en su totalidad a la mujer, no llegará a ser nunca SU mujer, y lo mismo para al revés. Así que no es de extrañarnos que cuando siente esta imposibilidad de total incapacidad para apropiarse del Otro, empieza a darse cuenta que puede hacer lo que él hace: ser infiel.


Entonces, el tercer tipo de celos es por la posibilidad de que le sea infiel. Son nacidos sólo de la creencia, la suposición y no por los hechos. Como diríamos coloquialmente, siente pasos en la azotea al darse cuenta que el Otro también es persona y puede hacer valer su autonomía, y creo que estos celos nacidos de la imaginación es el peor de todos. [2]

















sábado, 23 de noviembre de 2013

¿Por qué las mujeres llegan a ser infieles?

Día 365+256
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





En una relación de pareja que está delimitada por los lineamientos del machismo, de los cuales no siempre se es conscientes porque en muchas ocasiones se cree que es natural y correcto porque es lo que todos  en la familia y la comunidad hacen, la mujer debe ser sumisa, acatar lo que el marino le dice e indica, ella tiene que pedir consentimiento de él para prácticamente lo que sea; las mujeres aquí no tiene ni voz ni voto, son tratadas como niños que necesitan ser guiadas y educadas. Pero como en todas partes hay borregos que se salen del corral, que no quieren obedecer lo que se les pide, que quiere decidir sobre lo que desea hacer o no, estas mujeres cuando están atrapadas en un sistema ¿qué hacen?



“[…] únicamente a través del adulterio y la mentira puede demostrar que no es la cosas de nadie y desmentir las pretensiones del varón. Por eso están tan prontos a despertarse los celos del hombre;[…] También por esa razón los celos pueden ser insaciables; ya se ha dicho que la posesión jamás puede ser positivamente realizada (p.193)




El adulterio es una de las formas en que las mujeres, que se dan cuenta en el sistema que están atrapadas, logran sentir su independencia, porque es precisamente en el plano privado, en el sexo, en donde el otro, el dominador, no las puede tener totalmente vigiladas y además no hay forma de que se den cuenta, físicamente, de la infidelidad, esto pensando que el macho sea alguien que trabaje y no se dedique a vigilarla de forma enfermiza, porque es en esos tiempos de trabajo en donde la esposa lo hace. ¿Quién es el culpable en todo esto? ¿ella, el o ninguno de los dos? Mi opinión, que no quiere decir que sea la verdadera, es que nosotros tenemos que ser responsables de nuestros actos, porque aunque el sistema nos atrape en un tipo de comportamiento, según el rol que nos toque vivir, bien podemos optar por otras cosas. Tal vez en los tiempos donde la mujer dependía económica y emocionalmente más del hombre esto no era posible, pero actualmente las mujeres podemos tomar decisiones más inteligentes. ¿Qué opinas?[1]















viernes, 22 de noviembre de 2013

La cotidianidad nos ha invadido ¿quién lo debe salvar? Las mujeres ¿será?

Día 365+255
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





La cotidianidad hace que perdamos en detalle por las cosas y los momentos. Pensemos cuando conocimos a alguien, el corazón nos corría a mil por hora cuando nos llamaba, cuando nos veíamos para el cine, cuando nos tocábamos la mano por primera vez. Todo era alegría, endorfinas, deseos de saber más sobre lo nuevo, lo emocionante; seguramente aún corre por las venas este sentir hasta el día de la boda, pero ¿qué pasa algún tiempo después? Que puede ser meses o años, ya que la rutina se instaló en la vida  ¿las cosas seguirán igual? La respuesta la sabes seguramente.



“[…] Demasiado despreciada o demasiado respetada, demasiado cotidiana, la esposa ya no es un objeto erótico.[…] (p.192)




La mujer ya no es tratada con el mismo poder de convencimiento, cuando las cosas se enfrían. La apatía, molestias e indiferencias empiezas a caer tanto para ella como para él, pero en una sociedad en donde se nos hace creer a las mujeres que nuestro valor corre a cargo del otro, es de esperarse que cuando esto pasa ella cae en una fuerte depresión, pierde su sentir por la vida y cree que ella es la que hizo algo mal para que todo fallara. Así que en la desesperación de recuperar lo que debería tener, si fuera una buena esposa, recurre a cualquier tipo de humillación para lograrlo. En todo esto no se da cuenta que en realidad es una cosas de dos, y que muy probablemente sea algo común en la convivencia diaria. El gran problema es que creo que cuando vivimos en parámetros así la mujer es la que debe esforzarse por atraer de nuevo la atención de la pareja, y más en el plano erótico, y ellos creen que así debe de ser. ¿Qué opinas al respecto? [1]

















[1] La imagen fue tomada de http://conlasalasrotas.obolog.com/

jueves, 21 de noviembre de 2013

A las mujeres se les gana ¿garantía de éxito en la pareja?

Día 365+254
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.




Los tiempos van cambiando, las ideologías también, la sociedad por igual y con ella, por supuesto, sus habitantes. La forma en que nos relacionamos no es la misma que hace algunos siglos, porque ya no nos comportamos tampoco igual. Muchas mujeres hoy trabajan en empleos dignos, cosa que antes esto era impensable. Pero hay algunas cosas que no cambian, por ejemplo el deseo de zacear nuestras necesidades básicas como comer o dormir; y claro está también que para que la especie siga viva ha sido necesario reproducirnos, y este fin sólo es posible con la unión de una hombre y una mujer, aunque la forma en que estos se unan ya no es una necesidad estrictamente, sino que está guiado por una serie de imitaciones sociales que nos imponen desde pequeños. Antes las mujeres eran elegidas con quién se iban, cosa que en algunos pueblos sigue pasando, ahora o las casan porque se tiene que casa, seguramente están embarazadas, o eligen con quien casarse. Esta última se supondría que es una acto libre y consciente, ¿pero por qué digo que se supondría?


“[…]Así, la expresión “tener una mujer” encubre un doble sentido: las funciones de objeto y de juez no están disociadas. Desde el momento en que a la mujer se la considera una persona, no se la puede conquistar sin su consentimiento: hay que ganarla. […] (p.188)




El que una chica se case por elección, no por obligación, supone que lo está haciendo con completa conciencia de con quién es, pero ¿en realidad conocemos a nuestras parejas cuando nos casamos? Definitivamente no pero no es lo mismo casarse a los cinco meses de novios que a los dos. Aun así hay un elemento que escapa de nuestras manos: el otro,  ¿a qué me refiero? a que nosotros podemos tener más mejores intenciones, ser honestos, veraces, etc. Pero no sabemos, y nunca lo sabremos, que piensa y siente el otro, el que está fuera de nosotros,  y es aquí en donde las cosas pueden fallar, y no me refiero a que el otro actúe con mala fe, o tal ves si, sino que sus patrones aprendidos en casa pueden ser diferentes a los propios, o que crea que somos de una forma y no sea así. Así que si te casaste “enamorada” y las cosa funcionan mal pregúntate cuánto de ese amor fue ilusión de cómo eran cuando te ganaron.  [1]













miércoles, 20 de noviembre de 2013

La bella durmiente ¿despierta?

Día 365+253
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





Claro está que en la historia de La Bella Durmiente, ella debe de estar dormida porque sino ¿cómo se podría despertar? Porque lo despierto no necesita a nadie para estar como ya está. Si trasladamos el sentido de esta historia a lo que nos compete, que es la dominación de las mujeres, podremos hacer una interpretación que bien puede ser equivocada, pero que es muy interesante el llevarla a cabo.


Así que pensemos en el propio nombre la historia, tiene que ser mujer, pero no cualquier mujer, tiene que ser bella, debe pesar una maldición sobre ella (que en la historia una bruja mala lo hace) pero debe ser ingenua para caer en dicho destino: ser pinchada por la aguja de una máquina de coser, al quererle ayudar a una indefensa viejita. Así que tenemos dos personajes iniciales: la belleza ingenua y la viejita malvada. Pero tenemos un tercer personaje: el príncipe galante y valiente que está dispuesto a pelear contra el dragón que resguarda el castillo donde duerme su amada.



“[…] para despertar a la Bella Durmiente del Bosque es preciso que duerma; hace falta ogros y dragones para que haya princesas cautivas.[…] (p.188)



Entonces, recordemos que no puede ser una mujer que no sea bella, y debe ser ingenua para que haya un príncipe que irá a darle un beso que la salvará del conjuro que cayó sobre ella. Pero ¿qué pasa después del beso? ¿Ella se convierte en una mujer independiente? Claro que no, el príncipe la despierta para desposarla, para que sea ahora otro objeto más que ha conquistado, y por lo tanto, dominarla.


¿El cuento tendría el mismo impacto si la princesa hubiera estado despierta? Por supuesto que no. La bella debe estar cautiva, indefensa, desprotegida para que el  príncipe sea su salvador, su mesías. Si la chica hubiera estado despierta, y consciente de lo que pasaba a su alrededor, seguro hubiera mandado matar a la bruja, traería un arma para defenderse, sabría galopar para huir en el momento de peligro, etc. Pero la cuestión aca es que ella no puede valerse por sí misma, “necesita” a otro para salvarse. ¿Tú te sientes La Bella Durmiente en espera de tu salvador? [1]










martes, 19 de noviembre de 2013

El poder de la musa inspiradora ¿cuál es?

Día 365+252
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.




Un término que es usado comúnmente en el ambiente de los artistas, pintores, escultores, poetas es el de que algunos tuvieron o tiene una musa inspiradora. Pero ¿quién o qué es una musa inspiradora? Y ¿acaso habrá musos inspiradores? Según el Diccionario de la Real Lengua española se entiende como Musa el “ingenio poético propio y peculiar de cada poeta”[1]



“Siendo la mujer la sustancia misma de las actividades poéticas del hombre, se comprende que aparezca como su inspiradora: las Musas son mujeres. La Musa es mediadora entre el creador y las fuentes naturales donde debe beber. A través de la mujer, cuyo espíritu está profundamente comprometido en la Naturaleza, el hombre sondeará los abismos del silencio y de la noche fecunda.[…] (p.186)



Si partimos de la premisa de que las mujeres somos las poseedoras de un contacto con la naturaleza por nuestra capacidad reproductiva, entonces podemos concluir que no hay hombres musos. Pero empezamos diciendo que una musa es todo aquello que te inspira, entonces podemos pensar que objetos, personas, o cualquier cosa perteneciente o no a la naturaleza, aun pensamientos, lo son. Aunque lo que realmente hemos escuchado es que la musa inspiradora es aquella que despierta algo en el artista que lo hace conectarse con su posibilidad de creación, como si ella fuera la responsable de trasportarlo a un transe en donde manan las ideas, la inspiración, la creación por ella es capás de crear desde lo natural, desde su propio vientre. [2]