miércoles, 18 de diciembre de 2013

¿Para qué o para quién viven las mujeres?

Día 365+281
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.




Si partimos, como lo mencioné en la anterior entrada, que a las mujeres se nos enseña (no sólo desde el hogar sino en todo el ambiente que nos rodea) que la felicidad consiste en tener una pareja, no es de extrañarnos que para muchas esa sea el motivo de vida, el deseo mayor, lo que causa ilusión, el camino a seguir; pero ¿qué exige el sexo opuesto para que esto ocurra? En un sistema machista, en donde lo que se busca es una sirvienta, casi esclava, lo que pide el macho es una mujer que en primera sea bonita, que le agrade como le agradara cualquier otro objeto, y después que este a su total y absoluto servicio.



“[…] La suprema necesidad para la mujer consiste en hechizar un corazón masculino; aun siendo intrépida y aventurera ésa la recompensa a la cual aspiran todas las heroínas; y casi nunca se les pide otra virtud que la de su belleza.[…] ” (p.230)



Cuando algo se hace necesario es porque es vital, de suma importancia para la vida, para la estabilidad y felicidad, no es algo de lo que se pueda prescindir; y he aquí la mayor trampa social al respecto, se nos hace creer que por el hecho de ser mujeres, que pertenecemos al género femenino, tenemos que entregar nuestra existencia, nuestro ser y hacer a este fin, y que si no lo hacemos, o no tenemos la belleza necesaria para cautivar a un hombre, entonces nuestra existencia carece de sentido, de sustento. Digo que es la mayor trampa social porque con esto se nos condena a ser eternamente agradables al otro, olvidándonos de que lo verdaderamente importante no es el otro sino nosotros mismos. Así que si tú sientes esta necesidad imperante, te invito a que te preguntes ¿para qué o quién estoy viviendo?[1]


























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