sábado, 16 de noviembre de 2013

¿Trabajar o no trabajar?

Día 365+249
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





¿Trabajar o no trabajar? Fue una de las dudas que tuve después de tener a mi bebé. Sé que puede sonar obvio para cualquier de las dos posturas que a continuación explicare. Si le platico esto a una mujer que cree que el papel de las mujeres es dedicarse al hogar, porque es el lugar que las mujeres debemos ocupar, sin dudar me dirá que me quede en casa, que no haga flojo al marido, que para eso son los hombres, para mantener la casa. Ahora si se lo pregunto a una chica que trabaja, tiene sus cosas, su carro, sus lujos, me dirá que mande al bebé a la guardería y que lo más pronto posible regrese a trabajar, que para qué quedarme en casa de mantenida.



“[…] económica y socialmente subordinada a su marido, la “buena esposa” es para el hombre el más preciado tesoro.[…] (p.179)



Lo que yo decidí, en su momento, fue regresar a trabajar, porque mi empleo es con un horario muy cómodo. Honestamente no me dejé llevar por ninguna de las dos posturas porque creo que están, de una manera u otra, las dos enganchas a favor o en contra del machismo, y considero que los dos puntos, radicales entre sí, no dejan de estar en el mismo sitio.


Yo creo que el trabajar fuera o en casa no deja de ser trabajo, y que lo verdaderamente importante es decidir lo que queremos para nuestra vida, no partiendo de lo que se supone debemos hacer, si somos buenas o no, sino de lo que creamos que es para nosotras, de lo que decidamos. Con esto quiero decir que ya sea una cosa u otra que se decida tiene que ser desde la conciencia personal, y no desde lo que decida la pareja o las demás personas, pero teniendo siempre en cuenta que uno de los problemas que aquejan a las madres de hogar es la dependencia económica.[1]






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