lunes, 21 de octubre de 2013

Esclavas de casa o del salón de belleza

Día 365+223
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.





Hace pocos días platicaba con alguien sobre los llamados negocios Salones de belleza o Estéticas, decíamos que algunas mujeres han podido sostener a su familia con este trabajo porque es algo que sí deja, aunque creo que no ha todos se nos dan, porque todos necesitamos cortarnos el cabello (hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos, ancianas) pero además porque las exigencias de  belleza para las mujeres, más desde que se incorporaron al campo laboral, ha ido en aumento, no con cortar el cabello sino que se pinta, se alacia, se riza, se depila casi todo el cuerpo, se hace arreglo de las uñas de las manos y de los pies, etc.



“[…] En Norteamérica, el trabajo doméstico se ha simplificado mediante ingeniosas técnicas; pero el aspecto y la elegancia que se exige a la mujer que trabaja le imponen una nueva servidumbre; y, además, sigue siendo responsable de la casa y de los hijos.[…]” (p. 132)



El tiempo que debe invertir una mujer en su “belleza” es mucho muy superior que al de los hombres, y aquellos que se esmeran en este aspecto, son considerados afeminados. Pero acaso esta exigencia visual ¿no es social? Definitivamente sí. ¿Por qué las mujeres tiene que cubrir sus arrugas, sus canas? ¿Será a caso porque se nos da un valor mayor por como nos vemos que por lo que somos? Claramente sí. Las mujeres pagan grandes cantidades de dinero, de tiempo y de sufrimiento por complacer a una sociedad. Y tú ¿eres esclava de la “belleza”? Por desgracias casi la mayoría, en mayor o menos medida, lo somos; y eso que lo digo tocándome en bigote. [1]






























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