viernes, 13 de septiembre de 2013

¿No se supone que la lactancia es indolora?

Día 365+184
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.







Cuando pensamos en lo que se “supone” una madre debe tener la capacidad de dar a su hijo recién nacido, seguramente muchas, como me pasó a mí, sentimos desesperación, tristeza y frustración al no sentirnos al cien por ciento bien, lúcidas y alertas. ¿Pero de dónde viene estás ideas? Por lo menos a mi me surgieron de lo que oyes de otras madres, desde el momento en que uno entiende, o cree, que debe sentir un flechazo de amor por el hijo, y lo primero que se nos viene en la mente a muchas es temor. Y cuando pasamos en la lactancia, las cosas son muy similares.



“[…] La lactancia es también una servidumbre agotadora […] la subida de esta es dolosa, va con frecuencia  acompañada de fiebre y la madre alimenta al recién nacido con detrimento de su propio vigor. […]” (p. 41)




Yo recuerdo que me cuestionaba mucho del ¿por qué me dolía tanto el amantar? ¿qué no se suponía que tendría que ser algo no doloroso, natural? Lloré y desesperé. Pero ahora entiendo que todos estos sentimiento tienen mucho que ver con el hecho de los ideales que nos hacemos en combinación con todos los cambios hormonales que vivimos en el momento. Muchas mujeres en el posparto somos un remolino de sentimientos, emociones y cambios corporales, y además, como fue en mi caso, dolor inicial (como un mes) para lograr acostumbrar a mis pezones a la lactancia.


Así que si tú te sentiste igual que yo, no creo que tengamos que avergonzarnos por decirlo, porque estoy casi segura que mucha lo hemos experimentado igual, pero que en ocasiones no lo decimos por no sentirnos malas mamás. [1]






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