miércoles, 17 de julio de 2013

¡Por favor, no salpiques la taza!

Día 365+126
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.



Como me gustaría vivir en la época de las cavernas donde el hacer nuestras necesidades fisiológicas, orinar y defecar, no creo que fuera un problema porque el campo, la vegetación, el medio ambiente al estar libre de construcciones y lugares especiales para hacerlo, era una liberación y no un gran tabú. Así que tal vez te parezca esta una entrada muy escatológica pero de gran verdad: los seres humanos sufrimos al surrar. ¿No te parece?


“[…] Cuando salí del baño, transido de calma y felicidad, y no sin haber tirado de la cadena y limpiado con papel higiénico los bordes de la taza (ese fue uno de los consejos de mi madre antes de que me fuera a Madrid) […]" (p. 40)




Si eres mujer me darás la razón que uno de los grandes sufrimientos, de todas nosotras, es entrar a un baño, bajarnos los pantalones, o subirnos la falda, sentarnos en la taza  y sentir esa desagradable humedad sobre nuestras pompas o piernas, provocado en su mayoría por hombres –aunque también hay mujeres que también lo hacen, que al orinar salpican todo-. Por eso pido a todas las madres que les den a sus hijos el consejo de la anterior cita, y a los adultos educación y conciencia ante los otros, porque no vivimos sólo y todos tenemos necesidades, en especial las mujeres al sentarnos.[1]















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