miércoles, 24 de julio de 2013

¿Mis amigos, tus amigos?

Día 365+133
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.



Seguramente te ha pasado, porque no es cosa rara, que cuando tienes la oportunidad de  juntar a amigos con amigos, amigos con familiares, o amigos con amigos de alguien más, que regularmente el motivo es una fiesta o reunión para celebrar cumpleaños, matrimonios, bautizos, etc., lo hagas con la mejor intención del mundo de pasarla muy bien. Pero en muchas ocasiones la realidad se impone y nuestros deseos, por muy bien intencionados que sean, y no se cumplen.


“[…] Aquella noche estaba claro que los dos no querían secundar mis desesperadas tentativas de apaciguamiento, y que buscaban motivos para discutir igual que yo me devanaba la imaginación queriendo hallar puntos de acuerdo. […]" (p. 88)



¿Qué no diéramos porque todos nuestros conocidos se llevarán como amigos íntimos, allegados, en armonía y felicidad? Pero no siempre es así. Lo que sentimos, regularmente, cuando dos amigos muy queridos, y cercanos, no se caen bien desde el primer encuentro, es una necesidad de conciliarlos, que compaginen y así contar con la presencia de los dos en todo momento.
Ojalá y a ti no te haya sucedido esto que te platico, como le pasó al personaje principal de esta novela, que sus dos cuates no más no se cayeron bien, y este quedó en medio. ¿Te suena la historia?[1]
















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