Día 365+30
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Piera, Gustavo: La travesía. 18 claves para llegar a buen puerto. Barcelona, Alienta Editorial, 2006.
Piera, Gustavo: La travesía. 18 claves para llegar a buen puerto. Barcelona, Alienta Editorial, 2006.
Recuerdo que cuando fui estudiante de primaria y
secundaria, porque ya en el nivel Medio superior era diferente, la actitud de
mis padres no era de “si sacas 10 te compro X cosa”. No es que nunca me
premiaran por algo, por ejemplo cuando salí de la primaria fui merecedora de
una comida para celebrar la misma, pero no era una constante para poder hacer
tareas, o pasar exámenes comunes. No me tenían que estar “estimulando” para
continuar mis estudios; nunca fui de puros dieces, pero tampoco reprobé ningún
año, aunque siempre tenía problemas para leer y memorizar. Sé que alguien
estará pensando que no todas las personas somos iguales, y que por el hecho de
que yo no presentara carencias escolares, no quiere decir que alguien más no lo
necesite.
<<[…] Cuando ofrecemos una recompensa, que podemos
hábilmente disfrazar de “estímulo” como a algunos psicólogos les gusta llamarlo
para que el concepto de premio parezca algo más moderno y elaborado, le damos
al niño la idea de que estudiar es un mal inevitable que hay que sufrir
irremediablemente. Que es tedioso, una pérdida de tiempo y que lo único que
importa es la calificación. Con nuestra actitud terminamos dándoles a nuestros
hijos el siguiente mensaje:
“Hijo, como estudiar no vale la pena, por eso te ofrezco
algo a cambio para que hagas el esfuerzo de aprovechar la oportunidad de
aprender”. (p.55)>>
Actualmente me interesa saber sobre estos temas, porque
tengo un hijo pequeño, que aunque aún no asiste a la escuela, muy pronto lo
hará, pero seguramente en su actual educación puedo empezar a pensar todo esto
de los premios y estímulos. Mi intención no es satanizar a los estímulos, pero
sí el abuso de ellos, para todo y en todo momento. Estoy de acuerdo con la
autora de este libro, con lo dicho en la anterior cita, sobre el por qué
tenemos que empujar, premiar, estimular para que tengan “gusto” por la escuela,
porque sí creo que el razonamiento en el hijo es: cada vez que hago algo mal,
por ejemplo una calificación, me dan un
premio; o cada vez que saco una buena calificación de dan un regalo, porque
entonces el centro de atención es el regalo o estímulo y no el proceso, la
utilidad y el gusto por el estudio mismo. Ahora pienso en un ejemplo de aplicación
actual a mi hijo: él no quiere comer y para yo estimularlo a que lo haga, le
prometo que cuando acabe le daré una paleta, ¿qué crees que pasará? Imaginemos
que llegara un día en que no pueda darle ningún estímulo, ni comprarle una
pequeña y simple paleta, ¿qué pasará con los estudios entonces? ¿el hijo lo
podrá comprender, o pensará que es mi obligación premiarlo?
Este es un tema digno de tratar, pero no sólo
teóricamente sino, lo más importante, prácticamente y pensar entes de aplicar
los “estímulos” de forma errónea, porque creo que las consecuencias en poco
tiempo serán latentes. ¿No creen? [1]
[1] La imagen fue tomada de http://anafinet-oaxaca.org/2012/01/17/estimulo-fiscal-al-impuesto-sobre-nominas-2012-en-oaxaca/
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