sábado, 26 de enero de 2013

Libros viejos


Día 319
Comentando lo que me despierta la lectura de:
 Benítez Reyes, Felipe: Tratándose de Ustedes,
Barcelona, Túsquets Editores, 2002.



Seguramente has tenido la oportunidad de visitar una librería, o biblioteca, en donde sus habitantes huelen raro, no digo que mal, sólo que es un olor difícil de aceptar, para muchos, pero para otros el deseo de tomarlos y devorarlos, aunque esto sea sólo en sentido metafórico.


“La librería anticuaria El Globo olía a galeón de papel y a tinta difunta. Los volúmenes se alienabas en sus estanterías como náufragos puestos a secar, y todo parecía desprender humedad de letras rancias.” (p.13)


Todo esto me hace pensar cuando tengo un libro nuevo. Me gusta verlos antes de abrirlo, porque son como productos herméticamente cerrados. Ya cuando los abre uno, desprenden un agradable olor a la tinta y at Tomarlo entre los dedos para ojearlo, y olerlo al mismo tiempo, es una de las cosas que más me gusta hacer. Ahora que si se trata de un libro usado, y en especial viejo, la cosas no varía mucho.


Decimos que huele ha guardado; si no entendemos dicha expresión es porque nunca hemos visitado una librería de libros viejo. Es un olor tan característico que lo podríamos percibir desde lejos; esto hace que amemos la lectura, o que la odiemos. Los libros apestosos no son basura, son arte, que suele llegar a ser igual o más caros que unos nuevos. Así que si de leer se trata, no importa que sean libros viejitos; al final esto es sólo un aroma que no intervendrá en nada al interés por leer.[1]















[1] La imagen fue tomada de http://actualcurioso.blogspot.mx/2010/03/el-olor-de-los-libros-antiguos.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario