jueves, 24 de enero de 2013

Fin de Si hubiera un mañana


Día 317
Comentando lo que me despierta la lectura de:
 Sheldon, Sidney: Si hubiera un mañana,
Buenos Aires, Émece editores (La nación), 2009.



No puedo decir que quedo totalmente contenta con esta lectura, como lo comentè hace unos dìas, porque llega un momento en que la trama se vuelve repetitiva y poco creìble. Si supiera que es un texto de ciencia ficción o de literatura fantàstica lo hubiera digerido màs, pero al no ser este el acaso, se vuelve molesta para el lector (aunque sé que en gustos se rompe el género). 

En las ùltimas páginas se narra la infancia de uno de los personas, que bien creo que hubiera valido la pena tomarla desde antes, porque muestra la relaciòn enfermiza entre este y su madre.


Eres mi hombrecito, -le decía su madre. No se que haría sin ti.”(p.337)


El que un hijo llegue a desarrollar una dependencia emocional tan enfermiza, no es cosa de la  noche a la mañana ni por azar. Muchas madres tratan a sus hijos varones de forma privilegiada, dàndoles un papel central de protectores en la familia. Por ejemplo, si el padre de familia moría, recaía en el hijo varón el papel de padre. Así que pasan de hijos a prácticamente esposos porque tiene que sustentar a la familia.

¿Podemos imaginar el peso que recae sobre un hijo con estas costumbres? Mucho e imaginable. ¿Será justo esto? Personalmente no creo, culturalmente tal vez sí. [1]


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