Día 63
Lectura:
Flores Olea, Víctor: Tres historias de mujer. México, FCE, 1998.
Obligada
estoy a escribir sobre la muerte de Carlos Fuentes[1]
el día de hoy. ¿Quién no ha leído Aura? Recuerdo aquella controversia que hubo
(si no mal recuerdo en el 2004), hace algunos años, porque una maestra lo había
dejado a sus alumnos, consideraban que tenía escenas obscenas. Así que no
puedo, ni quiero, dejarlo a un lado. Recordemos
que la cita que hago es de mi actual lectura:
“[…]
Por primera vez en su vida Lorenza no tenía prisa: estaba ya convencida de que
la vida tiene sus tiempos y mandatos, sus fórmulas, sus instantes inaplazables
que no es posible forzar ni para el adelanto ni para el retraso. […]” (p.159)
Yo
estoy convencida de esto. La vida tiene sus tiempos, porque por más que no
queramos que lleguen estos, llegan. La muerte es el último mandato en la vida,
y es la que menos podemos forzar, llega en el momento en que tiene que
llegar.
Cuando
estamos en la juventud vivimos como si pudiéramos comernos el mundo, como si se
nos acabara el tiempo. Con el paso de los años esta “prisa” por vivir se vuelve
(aunque no creo que para todos) en lentitud inteligente. Carlos Fuentes, con
esa jovialidad (porque no parecía de 83 años) estaba llena su mano de ideas,
pero ideas inteligentes. No tenía prisa por morir, sino por escribir, pero
escribir con la madurez y preparación de un escritor, ensayista y diplomático
de su clase.
Así
que creo que la única manera que tenemos de congratularlo es leyéndolo. Su
legado está fresco, presente y a la mano. Pongamos alguna de sus obras a nuestro
alcance, porque en algún momento, este será uno de esos instantes de la vida
que tendrá su tiempo.
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