martes, 15 de mayo de 2012

La vida y su último mandato


Día 63                              

Lectura: Flores Olea, Víctor: Tres historias de mujer. México, FCE, 1998.

Obligada estoy a escribir sobre la muerte de Carlos Fuentes[1] el día de hoy. ¿Quién no ha leído Aura? Recuerdo aquella controversia que hubo (si no mal recuerdo en el 2004), hace algunos años, porque una maestra lo había dejado a sus alumnos, consideraban que tenía escenas obscenas. Así que no puedo, ni quiero, dejarlo a un lado.  Recordemos que la cita que hago es de mi actual lectura:

“[…] Por primera vez en su vida Lorenza no tenía prisa: estaba ya convencida de que la vida tiene sus tiempos y mandatos, sus fórmulas, sus instantes inaplazables que no es posible forzar ni para el adelanto ni para el retraso. […]” (p.159)

Yo estoy convencida de esto. La vida tiene sus tiempos, porque por más que no queramos que lleguen estos, llegan. La muerte es el último mandato en la vida, y es la que menos podemos forzar, llega en el momento en que tiene que llegar. 
Cuando estamos en la juventud vivimos como si pudiéramos comernos el mundo, como si se nos acabara el tiempo. Con el paso de los años esta “prisa” por vivir se vuelve (aunque no creo que para todos) en lentitud inteligente. Carlos Fuentes, con esa jovialidad (porque no parecía de 83 años) estaba llena su mano de ideas, pero ideas inteligentes. No tenía prisa por morir, sino por escribir, pero escribir con la madurez y preparación de un escritor, ensayista y diplomático de su clase.
Así que creo que la única manera que tenemos de congratularlo es leyéndolo. Su legado está fresco, presente y a la mano. Pongamos alguna de sus obras a nuestro alcance, porque en algún momento, este será uno de esos instantes de la vida que tendrá su tiempo.













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